Hay momentos en la vida en los que de repente, nuestra vida da un giro de 180 grados y nos deja colgando de cabeza. Aunque muy difíciles de entender con mil enigmas teológicos y psicológicos de en que momento y de que manera llegamos aquí, debo confesar que también son vitales para la soledad, la introspección y la fortaleza de arraigarnos a la idea de que nacemos y morimos solos y la única semilla que debemos regar constantemente es esa del amor propio y el motor interno que aun en los momentos de poco arranque, debemos meterles el turbo. Siempre reitero que estos días vuelve a mi mente Catalina de Aragón que insistía en preferir estar triste que feliz pues era entonces cuando más se pegaba De Dios. En un momento del mundo donde las personas cambiaron el tener valores por tener un precio, en el que el sueño de las mujeres es volver a la profesión mas antigua y el miedo colectivo al amor se volvió una ruleta rusa de gatos y ratones apasionados por una noche de extasis de la que solo queda el triunfo o el fracaso de la ejecución de un plan sin futuro, es imposible para mi pensar que vengo de otro mundo y que en este mi misión debe ser muy compleja porque ni siquiera yo la he podido captar. Mis ganas de un hogar son constantemente bombardeadas por las leyes de la zoofilia, la pedofilia y las guerras inventadas que llenan bolsillos. Es imposible no desear una vida aislada en alguna isla desierta con una comunidad limitada pero… después de ser libres y conocer el mundo… será fácil conformarse con una jaula de arena en la que la comida ya poluta empiece a escasear? Ya sé que mi cabeza es un mundo de ideas complejas impulsadas por decepciones constantes de estas generaciones y la humanidad pero díganme, si no hacemos algo de conciencia en lugar de enviar siempre mensajes llenos de escarcha y una idea falsa de mundos perfectos… como podemos dormir tranquilos cuando el resultado de las redes sociales y la frustración dañen aun mas los sueños de esos poquitos que todavía aman con lealtad y sueñan con metas?
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